Un proyecto pionero en el País Vasco usa realidad virtual y aumentada para prepararles ante imprevistos cuando viajan en metro o ponen la lavadora.
Desenvolverse con autonomía es uno de los retos de las personas con discapacidad intelectual. Los avances sociales y médicos han mejorado considerablemente su calidad de vida, y actividades cotidianas, como utilizar el transporte público, han dejado de ser un obstáculo en su día a día.
La forma de tener el control en estas situaciones pasa por anticipar qué va a suceder y saber cómo actuar. Pero, ¿cómo se enfrentan a un imprevisto? La primera reacción suele ser la confusión e incluso el miedo.
Prepararse para esos escenarios inesperados es fundamental para conseguir la independencia. Con este objetivo, en la Fundación Síndrome de Down y otras discapacidades intelectuales del País Vasco (FSDPV), han puesto en marcha un proyecto para simular, con realidad virtual (RV) y realidad aumentada (RA), cómo estas personas han de afrontar situaciones corrientes.
“La clave radica en ofrecer entrenamientos previos que refuercen su confianza cuando deben actuar por su cuenta”, explica el director de la FSDPV, Óscar Seoane, a DISRUPTORES – EL ESPAÑOL en una llamada telefónica.
Una de las primeras simulaciones desarrolladas es un viaje en metro. “Ya trabajamos con apoyos presenciales, pero queríamos reforzarlo a modo preventivo. Hay personas que se manejan con cierta facilidad, pero ante un problema imprevisto pueden bloquearse. Practicarlo una y otra vez en un entorno virtual les ayuda a interiorizar lo aprendido”, describe.

Algunos de los usuarios que ya están probando este sistema.
Un viaje —el de la simulación— que la Fundación no ha emprendido sola. El centro tecnológico Tecnalia ha llevado el peso del desarrollo de la herramienta que permite crear esas experiencias inmersivas.
“En Tecnalia promovemos internamente iniciativas con impacto social, no solo tecnológico”, comenta Ana Moya, investigadora y jefa de proyectos en el área de detección de factores humanos a través de señales, al otro lado de la línea telefónica. “La idea de simular situaciones cotidianas en un entorno seguro fue la ganadora de uno de nuestros Premios Impacto”.
Escenarios e imprevistos reales
Antes de desarrollar simulaciones específicas, el equipo del centro tecnológico realizó una validación para comprobar que las gafas de realidad virtual eran bien aceptadas por los futuros usuarios. “Es fundamental verificar que nadie experimenta mareos o se sienta incómodo” apunta la investigadora.
“Les pusimos vídeos inmersivos genéricos y, para nuestra sorpresa, muchos ya estaban familiarizados con videojuegos de RV o tenían curiosidad, así que la respuesta fue muy positiva desde el principio”, recuerda.
La recreación de los escenarios se realizó en colaboración con el equipo de la Fundación, que aportó su experiencia sobre las dificultades con las que suelen encontrarse las personas con síndrome de Down. “Nos dijeron, por ejemplo, que en el metro lo más crítico eran los cambios de ruta y la recarga de la tarjeta de transporte. Si algo falla, pueden quedarse completamente bloqueados, así que lo incorporamos al recorrido virtual”, añade Moya.
La grabación se realizó con una cámara 360, con la colaboración de MetroBilbao, que facilitó la filmación en andenes y vagones en funcionamiento, pero en horarios con poca afluencia para evitar conflictos de privacidad. Los propios usuarios y profesionales de apoyo participaron como protagonistas. “Lo planteamos como una producción audiovisual al detalle, con guion y planificación de tomas”, aclara Moya.
Viajar en metro o poner la lavadora
El resultado es una recreación exacta del trayecto entre la sede de la FSDPV, situada cerca del Casco Viejo de Bilbao, y la parada de Moyúa. Los usuarios se ponen unas gafas de realidad virtual y experimentan cada paso, desde cruzar el semáforo hasta recargar la tarjeta.
Para que aprendan a reaccionar sin sentirse perdidos, se han introducido incidencias comunes, como una máquina fuera de servicio. “Muchas personas, al repetir el ejercicio, van cogiendo seguridad. Este enfoque permite que se expongan a los imprevistos sin el estrés de la vida real”, subraya Seoane.

Una de las experiencias inmersivas les permite ganar autonomía para poner una lavadora.
Además del trayecto en metro, se han desarrollado otras dos experiencias. Una de ellas enseña a poner una lavadora, desde clasificar la ropa hasta gestionar una posible fuga de agua. Está especialmente enfocada a las personas que viven en las viviendas tuteladas de la Fundación. “Así pueden aprender a hacerlo sin depender siempre de los monitores, y eso les da mucha tranquilidad”, asegura Seoane.
La tercera aplicación incorpora realidad aumentada y funciona con móviles o tabletas. Cuando se enfoca la lavadora real, la pantalla muestra indicaciones superpuestas, como flechas y avisos que señalan los botones o compartimentos de detergente correctos.
“Gracias a la RA, quien haya practicado antes con la realidad virtual puede enfrentarse a la tarea real con una guía añadida”, puntualiza Moya. “Si surge una avería o no recuerda bien algún paso, la aplicación le va indicando dónde pulsar o echar el jabón”.
Tras la validación interna, las tres experiencias ya forman parte del plan de formación de la FSDPV. Los profesionales pueden programar sesiones en las que los usuarios entrenan con realidad virtual y, posteriormente, llevan esa experiencia a la vida real. “Es un apoyo gradual; primero entrenas sin presión, luego pasas a la lavadora real con ayuda aumentada y, al cabo de un tiempo, se espera que puedas hacerlo por ti mismo”, explica Moya.
Plataforma flexible y desarrollo pionero
La piedra angular del proyecto es Kayrox, la plataforma desarrollada por Tecnalia para simplificar la creación de contenidos inmersivos. “Nuestra meta era que el personal de la Fundación pudiera grabar sus propios vídeos 360, importarlos en Kayrox y, de forma intuitiva, añadir elementos como textos, preguntas o cambios en la historia. Queremos que no dependan de programadores para ampliar su biblioteca de experiencias”, afirma Moya.
Aunque los resultados de esta iniciativa se medirán a largo plazo —al incrementarse el número de personas que pueden desplazarse por su cuenta o desenvolverse sin bloqueos en tareas domésticas—, la buena acogida ha llevado a la FSDPV a plantearse nuevas grabaciones. “Tecnalia nos ha enseñado a manejar la plataforma y eso nos da libertad para avanzar a nuestro ritmo. Queremos abordar temas como la gestión de las emociones o cómo hacer la compra en un supermercado”, señala Seoane.
El avance de la tecnología inmersiva abre un abanico de posibilidades para reforzar la independencia de las personas con discapacidad intelectual. “En lugar de ver la realidad virtual solo como entretenimiento, nos centramos en sus posibilidades formativas y capacidad de reducir la ansiedad ante situaciones imprevistas”, aporta Moya….
Fuente: www.elespanol.com (Noelia Hernández)