Marta Regla, mamá de Richard, nos cuenta su experiencia al conocer que su hijo tenía Síndrome de Down, y cómo fue su evolución con el transcurso de los años.
Octubre es el mes de concientización sobre el Síndrome de Down (SD) con la finalidad de concientizar y ampliar la mirada de la sociedad hacia las personas con esta condición.
Las personas en situación de discapacidad intelectual también tienen derecho a ser tratadas con justicia y a tener las mismas oportunidades, que les permita trabajar con los demás para mejorar su calidad de vida.
Lamentablemente, muchos con SD aún se enfrentan al estigma, la segregación y la falta de equiparación de oportunidades.
Pero este no es el caso de Richard; su historia es diferente gracias al amor y la dedicación de su familia y al apoyo de todos quienes han estado a cargo de su educación y desarrollo desde el Círculo infantil hasta la actualidad.
Al dialogar con Marta Regla Álvarez Rodríguez, mamá de Richard Carlos Pérez Álvarez, joven de 22 años, nacido el 14 de febrero de 2002, nos cuenta su experiencia al conocer que su hijo tenía SD, y cómo fue su evolución con el transcurso de los años.
“Cuando él nació, su condición era desconocida; a pesar de estar todo el embarazo ingresada, nunca supe nada acerca de que Richi nacería con Síndrome de Down, por lo que los primeros días fueron muy dolorosos. No conocía nada acerca del tema, por lo que para mí era lo peor, lo cual fui superando poco a poco.
“Cuando cumplió los dos años me llegó la citación del Centro de Diagnóstico y Orientación, para que lo llevara al Círculo especial Zun Zun, del que todavía estamos agradecidos, y donde nuestro hijo aprendió muchísimo y tuvo muchos logros, gracias a las grandes educadoras que habían en esa institución. Además, estudió en la escuela Aguilera Maceira.
“Richard siempre fue muy disciplinado, porque lo educamos para que así fuera. Hoy es bien independiente y se sabe valer por sí mismo, lo preparamos para cuando nosotros no estemos. Aparte de su escuela, él participó en proyectos como Cáritas, donde además de artes manuales, teatro, y danza, también lo enseñaban a realizar tareas del hogar, lo que lo ayudó mucho.
— ¿Y cómo ha sido su aceptación en la sociedad?
—Al principio las personas lo miraban un poco raro, lo que me molestaba a mí, pero a él no. Y nos dijimos: se acostumbrarán a él, y así fue. Con su cariño y su forma de ser logró que las personas lo entendieran cuando iba solo a la panadería, a la bodega, a botar la basura, y se relacionaba con todos. Hoy no me preocupa, porque todos lo quieren y todavía lo cuidan, porque piensan que es un niño, y él ya es un hombre con síndrome de Down, muy capaz, educado y querido por todos.
— ¿Cómo logró insertarse laboralmente?
—Él ya había dejado la escuela y me pedía insistentemente que le buscara un trabajo. Un día fuimos a un taller de jardinería en la ACPDI (Asociación Cubana de Personas en Situación de Discapacidad Intelectual) y bajito me dijo: mami dile a Mayelin (Presidenta de ACPDI) que me dé trabajo. Y así fue como Richi comenzó a trabajar, por voluntad propia, y está muy feliz con lo que hace.
“Hoy le puedo asegurar, sin temor a equivocarme, que es la alegría de todo el que lo conoce; brinda amor y cariño a todos”.
— Según su experiencia, ¿qué es lo más importante para el desarrollo de una persona con SD?
—Creo que lo principal es el apoyo familiar y que la sociedad confíe más en ellos, porque estos muchachos son capaces de todo lo que se propongan; es verdad que aprenden más lento, pero aprenden, y les aseguro que tienen una memoria increíble; nada se les olvida. Esto es seguro, solo hay que darles la oportunidad…..
Fuente: www.tribuna.cu (Norma Ferrás Pérez)