Guille, que es una de las estrellas de la FEDDI (Federación Española de Deportistas con Discapacidad Intelectual), en cambio, es feliz solo con pensar en todo lo que conseguido desde que, con solo tres meses, se metió por primera vez en la piscina a la que le llevaba su madre con fines terapéuticos. “Empecé a nadar a los tres meses, como terapia acuática. En el agua me siento muy a gusto, como un delfín…”, nos cuenta.

Con tres años, ya nadaba solo, y en cuanto su club empezó a presentarse a competiciones, empezó a ganar. Con 13 ya ganaba medallas a nivel nacional y con 15, en Australia, se convirtió en campeón del mundo en su categoría. Es, además, un campeonato que recuerda con especial cariño, “la prueba por lo que me convertí en campeón del mundo fue 200 estilos, y después pudimos hacer turismo y pudimos ver canguros y koalas. Fue muy bonito”, recuerda.
 

Medallas, estudios y mucho trabajo

Detrás de cada logro de Guille, y ya van unos cuantos, hay muchísimo trabajo, un esfuerzo que, como cuenta su madre, la sale solo, “se le exige mucho, pero tiene un carácter que da gusto, porque responde muy bien, y siempre ha sido así. Es muy cansado seguirle el ritmo, pero estamos muy orgullosos de él porque ha trabajado mucho”, nos cuenta Lorena, su madre.

Gracias a su capacidad de trabajo, Guille entrenada tres horas al día -una por la mañana y dos por la tarde-, de lunes a sábado. Se hace diariamente 5.000 metros nadando en su club, Los delfines (Cáceres), y, además, estudia, “cada día, me levanto muy pronto y tengo el tiempo muy medido, pero me organizo muy bien, entreno, voy a clase, me echo una siesta, vuelvo a entrenar… Estoy terminando un grado medio para ser entrenador en el medio acuático. Estoy muy ilusionado porque voy hacer las prácticas en mi club, sólo me quedan dos asignaturas”.

 
Guillermo Gracia, tras ganar una competición.
Guillermo Gracia, tras ganar una competición.
Cedida

 

Aunque asegura que, después de terminar el grado, no quiere estudiar más, los estudios nunca se le han dado mal. Con apoyos, logró terminar ESO repitiendo solo el último curso, “por el inglés, que no se me da muy bien”, confiesa. “Siempre pensábamos que lo tenía difícil, pero al final, con mucho esfuerzo, siempre ha ido superando todos los retos“, añade Lorena, su madre.

Guille es tan incansable que, incluso cuando tiene tiempo libre, aprovecha para hacer más ejercicio, “me encanta jugar al fútbol y al baloncesto con mis hermanos. Nos picamos un montón, pero soy el que las cuela todas”, dice riendo. Eso sí, lo que nunca se pierde es un partido del Real Madrid, “es mi equipo, no me pierdo ni uno. Hace poco conocí a Florentino Pérez y me hizo mucha ilusión”, dice con una sonrisa de oreja a oreja.

 

Experiencias inolvidables

El deporte ha permitido a Guille vivir experiencias que, muy probablemente, no habría vivido de otra forma, “me siento muy orgulloso de todas las cosas que he hecho, pero especialmente de cuando conseguí ser campeón del mundo de 200 estilos en Australia, me quedé a un segundo del récord del mundo. Además, fue un viaje muy bonito y divertido que compartí con mis amigos y compañeros de la Selección. También fue muy especial en Vichy, por una prueba que gané en el último momento”, recuerda.

De hecho, estas son las cosas que más valora de la natación, más incluso que las medallas y los triunfos que ha conseguido, “lo que más me aporta la natación son experiencias, y haber podido vivir todas junto a mis compañeros de la Selección, que ya son amigos”.

Guillermo Gracia, durante una competición.
Guillermo Gracia, durante una competición.
Cedida

 

Al margen de competir y ganar, Guille, que dice asegura que no quiere retirarse de la competición hasta, por lo menos, los 40 años, recomienda a todas las personas, especialmente a las que tienen discapacidad, que practiquen deporte, “les ayudará a estar sanos, pero, sobre todo, les demostrará que, con esfuerzo, nada es imposible“….